domingo, 2 de noviembre de 2008

Literatura Infantil

¡Hola a todos mis compañeros de clase, a Ramón y José (y también a posibles visitantes de este cada vez más interesante blog de literatura infantil y juvenil)!
Una vez realizas las tres lecturas de los artículos referentes a la literatura infantil, quisiera comentarlos y compartir con vosotros mis opiniones al igual que mis críticas.

En primer lugar, respecto al texto de Tames, este teórico nos hace una introducción sobre la literatura infantil, introducción que bajo mi punto de vista me sitúa en el concepto que ya hemos trabajado sobre la "literatura robada" (aquella que era escrita para adultos pero que poco a poco los niños se han ido "apoderando" de ella), poniendo como ejemplo los cuentos de Perrault o incluso más interesante: la tradición oral que recogía el niño del adulto. Relacionado con la idea anterior, el niño oye los cuentos que le transmiten los padres de forma oral (¿a quién no le han contado un cuento de pequeño?), recalcando Tames como una necesidad afectiva.
También muy interesante que me ha parecido es cuando comienza a hablar de literatura infantil, aquella que se adecúa a una etapa del desarrollo humano sin renunciar al gran abanico de temas; la literatura infantil debe ser un arte que no debe quedar supeditado a las características evolutivas del receptor al que va dirigido (y sobre ello llevará una crítica más ácida Rico).
En la literatura infantil, intervienen multiplicidad de variables difíciles de acotar, como las pretensiones del autor, el editor, las esperanzas del niño al comenzar a leer la obra literaria, etc. Esta literatura se encuentra sellada por una sencillez de formas que llega a la pobreza en muchos casos, algo que no debería ser así (ya hablaré de ello en el comentario del texto de Rico y Carandell). De ahí que siempre los niños hayan robado obras de contenido complejo que les excedía de su intelecto.


Pasando al texto de Jose María Carandel, quisiera decir que me ha parecido bastante más interesante que el anterior (bajo mi punto de vista). Pienso que este crítico ha estado muy hábil y nos ha situado en una perspectiva histórica de la literatura infantil, algo que para mí ha sido algo muy útil. Desconocía que el nacimiento de la literatura infantil (al igual que la literatura femenina, de la que no quiero entrar a hablar ahora, pero que me gustaría): me ha sorprendido que los fabricantes de literatura infantil fueran los burgueses masculinos intelectuales, con la finalidad de transmitir aquellos valores que les interesaban (algo que ya conocemos y que no nos pilla desprevenidos). Tal literatura había eliminado los elementos reales de la vida social, temas que sí que conocían los niños en la Edad Media mediante los relatos populares y que habían sido totalmente censurados por la masa burguesa.
Algo que también me sorprende de este articulo es que se llega a la conclusión de que la literatura infantil no existe, ni debe existir, aunque al principio Jose María Carandall afirme que sí que hay una literatura infantil. No debe añadirse a la literatura el calificativo de "infantil", ya que los autores, según nos dice este crítico saben perfectamente que sus obras pueden ser perfectamente leídas por un público infantil y juvenil (o mejor aún: vamos de blanco a negro, los libros para niños los son también para adultos). Por lo tanto, ¿qué es lo que ocurre? Se hereda el intento de ocultar temas desfasados respecto al nivel cognitivo del niño que puedan tratarse en estas obras (por ejemplo en La Regenta, en La Isla del Tesoro, o bien en la cómica Fuenteovejuna) o quizás que no interesen. Bajo mi punto de vista, creo que temas peores conocen los niños por otros medios, y no con buenos recursos estilísticos precisamente.
¿Qué debemos hacer entonces, nosotros como posibles futuros maestros de lengua y literatura? Carandell nos incita a oponernos a la literatura infantil, para que conozcan toda la literatura que existe, toda la riqueza literaria que se ha ido acumulando, y que el niño pueda acceder a ella en función de su grado de facilidad de lectura. No debemos de preocuparnos por los temas, si como pienso yo: los niños los van a conocer en la calle, en la sociedad, no debemos ocultárselos. No obstante también me parece razonable lo que nos dice este crítico: no debemos de formar elitistas literatos (en mi caso no quisiera tener a veinte niños en la clase leyendo Fortunata y Jacinta, niños de diez años, o Los Gozos y Las Sombras ¡Qué horror!). Hay que respetar su desarrollo madurativo y pensar, que estos niños también tienen infancia. Todo en su justa medida.


Finalmente como colofón, quisiera acabar comentando el texto que más me ha impactado a la par que más me ha gustado: la crítica ácida que lleva a cabo Rico sobre la literatura infantil. En primer lugar critica su propio sector: los escritores como ella misma, que se censuran en cuanto a la temática que tratan, el estilo con que lo escriben. Otro punto que ataca es el receptor, que es el niño, pero que no ha sido la obra seleccionada por el niño, sino por los padres o los maestros, acatando a intereses que pueden ser totalmente divergentes al de los niños, creando en ellos una total frustración por la afición a la lectura (¿quién no se ha sentido alguna vez frustrado por algún libro que nos han mandado en la escuela?).
Achaca Rico con que es más fácil escribir para niños que para adultos, y es verdad: claro que sí, ya que un escritor debe ayudar con su obra a que comience a nacer y a desarrollar su espíritu crítico, por lo que los libros que guardamos en la estantería de "literatura infantil" no deberían tener esa intención didáctica, sino más bien mostrar la cultura tal y como es, y que ayude al niño a desarrollar su pensamiento.
Algo que me ha parecido totalmente carente de moral son los fines de las editoriales, que no se preocupan nada por los niños, precisamente por los que más se tenían que preocupar más, por los receptores de sus productos. Tienen objetos pedagógicos empleados como cebo, para que los padres los compren, es decir, obtener mayores beneficios a costa de los niños. O como esta escritora nos indica, que algunas editoriales son capaces de cambiar las narraciones de los escritores, bien por los títulos, bien por las ilustraciones, ya que aseguran las editoriales que es más fácil remodelar el texto; además son capaces de condicionar el tema, la longitud del texto, el número de páginas, etc. En líneas generales, al escritor, que está desarrollando una obra de arte, en su terreno que es la literatura, le coartan, le cohiben.
Como postludium de esta crítica que lleva a cabo Rico, decir que tampoco ella apoya la clasificación de la literatura en literatura para adultos y literatura infantil: literatura infantil sería aquella que realizarían los niños sin ningun criterio artístico, ya que debemos comprender que los niños no conocen qué es una metáfora o qué es un epíteto, aunque ya tengan intenciones de llevar a cabo una literatura en pequeños relatos, cuentos o descripciones. Los escritores de cuentos infantiles se adaptan a sus características cognitivas referentes a la literatura y escriben obras tan llanas, que en la mayor parte de los casos son pobres. Vuelve a retomar la idea de Carandell de incitar a los niños a acercarse, a interesarse por la literatura en general. ¿Que les va a costar esfuerzo entenderla? Claro que sí, por supuesto, pero es que la adquisición del conocimiento es, como dice esta crítica literaria, es hastiosa, no es cómoda; pero el no entender algo te incita a que lo debas comprender. En líneas generales, al niño no debemos denegarle la lectura de aquello que supuestamente desde nuestro punto de vista no vaya a entender, al niño lo mantendríamos en una minoría de edad y no crecería.

Siento haberos echado este gran discurso, pero creo que es lo que pienso acerca de las lecturas. Mañana nos vemos en clase. Un saludo para todos.

No hay comentarios: