lunes, 20 de octubre de 2008

LAS AVENTURAS DE FÍGARO

Durante el día Luna se metía en el mundo del jarrón y por la noche volvía al mundo conocido para que el Sol se fuera a descansar y que todos la mirasen.
Hacía ya un tiempo que Luna sentía que nadie la miraba y estaba triste. Ahora que había conocido a Fígaro quería que él se quedara a vivir con ella en el mundo del jarrón y le pidió que no la abandonara nunca.
El gato Fígaro quería volver a ver a su familia: Eva, Mari Carmen, Eduardo y la abuela (que siempre le ponía una riquísima comida), pero, durante unos instantes pensó que quizá ya no le querían, puesto que Mari Carmen lo había encerrado en aquel jarrón y nadie había ido a sacarlo de allí.
Al llegar a esta conclusión su rostro se entristeció.
- ¿Qué te pasa Fígaro?. ¿No eres feliz aquí conmigo?.-Le preguntó Luna al observar su triste expresión.
- Aquí soy más feliz que en cualquier otro lugar. Tú eres la única amiga que me queda, ¡no volveré a casa!- respondió el gato con lágrimas en los ojos.
Y juntos se prometieron vivir escondidos en el mundo que habían descubierto.
En el mundo conocido, todos, cada noche, se preguntaban ¿dónde está la Luna?. Si ella no aparecía el Sol no podía irse a dormir, con lo que no había noche. La gente tampoco podía saber cuándo empezaba el día y cuándo acababa, y los murciélagos lloraban desde sus cuevas porque no podían salir a volar a plena luz.
La pérdida de Luna era un caos para la Tierra y Mari Carmen comenzó a pensar que Fígaro tenía algo que ver con su desaparición puesto que los dos habían desparecido casi al mismo tiempo...

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